Mi año de descanso y relajación, de Ottessa Moshfegh.


Año 2000. Una chica de veinte y pico, hermosa, elegante, rica, perteneciente a la alta sociedad de Manhattan, decide ponerse a dormir por un año.
Buena novela, que sabe prescindir de explicaciones, en la que no necesariamente es tan importante el por qué lo hace sino el para qué.
Alguien me dijo una vez que los ''´para qués'' suelen ser más importantes que los ''por qués'', no se si son más importantes, pero si son mas amables con uno mismo.
La que no es amable consigo misma es la protagonista, que inicia un viaje en el que se embute de psicofármacos y televisión, siendo testigo de su propia anestesia.
La supuesta seguridad del personaje en si misma, en su belleza, en su elegancia, en su manera de ponerse cualquier prenda y que le quede espectacular, y su lenta mutación, como el proceso inverso de mariposa a gusano, me hacen recordar una frase que no se quién dijo: ''La elegancia es una forma de angustia''.
Una historia de este tiempo, de fobia, del encierro, del adentro y del afuera, de sustancias, de imposibilidades, sobre el encierro y su aparente protección, y una angustia muda que no puede llegar a pronunciarse como angustia.
La lectura se hace muy amena por sus múltiples guiños y referencias a lo pop, la televisión, la ropa, los cosméticos.
Un final un poco ''colgado'', pero impactante.

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