Lo real, de Belén Gopegui.



Belén Gopegui, escritora madrileña nacida en los sesenta, nos lleva a recorrer la historia de Edmundo, un hombre ambicioso.
Estamos ante una novela sobre el trabajo, las relaciones de poder, el ascenso social, la información como bien en si mismo; ambientada en los años 80 y 90 en España, la historia de Edmundo es contada por su compañera de trabajo, y es la historia de un periodista cuyo padre estuvo preso por un escándalo de fraude y estafa en una empresa textil hacia los finales del franquismo.

Edmundo transita por diversos ámbitos, desde la universidad, hasta un partído político, una encuestadora, un canal de televisión.

En estos pasajes conocemos a un hombre como electrificado, cargado de dolor por ese padre caído, atravesado por la verguenza, el estigma, sin llegar a constituir su actitud tanto una sed de venganza como más bien la obcecada construcción de un ascenso social y económico elaborado desde su adolescencia.

'' ... a Edmundo no le fue dificil hacerse un sitio en la facultad. Le estaban preparando para ser un corredor de fondo. Encontró la clase llena de Jimenas y Fernandos, aunque también hubiera seis o siete individuos como él, nombres sin un pedigrí detrás, sin siquiera un padre en ascenso, sin patrimonio. Pero él era más fuerte que esos seis o siete. El además tenía la verguenza.''

La novela de Gopegui avanza como la vida, no es muy claro hacia dónde se dirige ni qué quiere el protagonista, lo que, en este caso en particular, la hace buena literatura: tiene ritmo, timing, nos mueve hacia adelante junto con el personaje, que vive su vida, como todos, a ciegas.

La historia plantea la disyuntiva entre ser un trabajador versus poseer un medio de producción:
''No le necesitaban a él sino a uno como él.'' y más adelante: ''...No a él sino a uno como él, que rellenara el hueco, que cumpliera la función.''

Muchos otros temas se abordan, como la información, como poder y bien en si mismo. Edmundo acumula información acerca de gente conocida, al inicio en unas fichas y cajones sin un propósito claro, sabiendo, sin embargo, que la información es poder.
Respecto a la ética y la reputación dice la narradora, amiga del protagonista:
'' En fin, se me respetaba de forma real y no con las simbólicas declaraciones que suelen ser indicio de lo contrario: Esta persona es muy respetada, se dice, es seria en lo que hace, no se vende, no utiliza a los demás como peldaños. Y lo que no se dice: A esta persona no la tememos, luego no necesitamos incorporarla a nuestros planes: es así que por ser muy respetada no la respetamos. Pues bien, todavía mi situación no habia devenido en esta que acabo de describir.''

Edmundo ve al mundo en clave morse, binaria, de FORTALEZAS versus DEBILIDADES, propias y ajenas. Hay un fragmento en el que describe cómo se sentía en su trabajo de encuestas telefónicas de mercado: ''...le gustaba ver los titubeos de la gente, el ''bueno sí pero'' y el ''claro que también a veces'' y cómo en el tópico encontraban protección y allí se demoraban, y qué fácil era que se indignasen, y qué pronto se les pasaba la indignación''.

Me gusta mucho que no es una historia real, en el sentido más literal de la palabra.
Ahora todo tiene que estar ''basado en hechos reales'', como si a esta altura no supieramos que toda ficción lo está, pero se agradece la elegancia de quien escribe ficción, no dejo de preguntarme en qué momento empezó a importar que la mayoria de las películas, libros, series, fueran ''basadas en hechos reales''.
¿Será que estamos tan impregnados de lo distópico, lo bizarro, lo tecnológico, que necesitamos coordenadas casi que para bobos? esto es real, esto no...

Volviendo al protagonista, su vida, su cuerpo, todo lo que lo rodea, son como una oficina de trabajo de una empresa, un espacio común, funcional, con tazas, café, lapiceras y libretas que son de todos y de nadie, que son un poco nuestros mientras dura nuestro turno, con alguna planta sedienta en un rincón que todos sabemos que debería haber sido de plástico (aunque nos resistamos a reconocerlo), donde el amor, las mujeres, su vida, deben de suceder afuera, o no sucederán.

En la novela aparece un coro a modo de coro griego de ''trabajadores'' o ''asalariados'' que la autora escribe con cursivas, y son los que se ubican del otro lado, los que aspiran a trabajar, cobrar un sueldo.
Personalmente, me dan pereza un poco las cursivas...me agotan esos cambios bruscos de tono, ese pasaje intempestivo a la tragedia griega, pero es algo muy personal...

Bueno, por último, una novela sesuda, que por momentos no es de fácil lectura, con personajes complejos, llenos de recovecos y contradicciones, en especial el protagonista.
Es en estos casos donde vemos a una escritora que sabe crear personajes, en este libro son 4D, mientras que en otro son apenas un garabato en 2D. Edmundo tiene una moral muy conveniente, que nos recuerda a la frase de Groucho Marx: ''Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros''.
Todo esto no nos impide sentir hacia él muchas cosas, hasta ternura.






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